El enamorado no sabe de estrategias. No sabe nada en realidad. No podría describir ni siquiera elogiar con precisión a la persona amada. Carece de explicaciones. Se mueve en una línea delgada tan o más débil que un cabello. No espera. No pide. Está enamorado y con eso le basta para colocarse un poco más allá de la vida y de la muerte.
L.
Cuando nos enamoramos nuestra vida toma sentido ya, antes de decirlo
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