sábado, 6 de noviembre de 2010

El sabor de la manzana


Los antiguos chinos escribían sus versos en rollos de seda y luego los arrojaban a las aguas del río Yangtzé. Aun siendo en sí mismo poético y autosuficiente, ese acto de despojamiento tiene la desventaja de aniquilar el único puente posible con el lector y coautor probable de una obra. El sabor de la manzana no está en la manzana, advertía el obispo Berkeley. Tampoco se aloja en la boca de quien la come. El milagro sobreviene como resultado del intercambio activo entre el fruto y el ser que lo consume.
L.

2 comentarios:

  1. Ghandi agradecía a quien él podía servir por haberle dado la oportunidad de hacer el bien. Recordé esta enseñanza al leer este post. En la caridad es necesario el desprendimiento de la acción virtuosa de los poetas chinos por parte de quien asiste y el reconocimiento al asistido por que por él tengo la posibilidad de realizar una buena acción.
    Graciela B

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