Se me dice que nada es tan así, que debo ser cuidadoso, no generalizar todo el tiempo, atender a los matices, opinar de una manera cautelosa y equidistante. Los extremos no son buenos, me dicen. Mejor el agua tibia que el agua muy caliente o muy fría. Vengo escuchando estos loables consejos desde siempre. Los equilibrados advierten contra mi desequilibrio. Los normales cuestionan mi anormalidad y en todos los casos lo hacen con inteligencia y argumentos irrefutables. Hay un punto, sin embargo, donde la moderación sistemática se parece demasiado a la cobardía y la mediocridad. La vida misma exagera. Y yo no puedo ser menos.
L.
a mi me dicen todo el tiempo lo mismo. "La vida no siempre es blanco o negro, tenes que buscar un intermedio".
ResponderEliminarSi, para algunas cosas puede ser. Pero si busco grises en todo...dejo de ser yo.
Los extremos a veces son más sanos (y más sinceros)
Si la tolerancia se tiñera de comodidad y tibieza sería cobardía y mediocridad. En tanto permita integrar la diferencia sin soportarla, ser contundente en la opinión no significa en mi visión ignorarla. Lamentablemente para evitar que se la confunda con lo que no es a veces hay que levantar la voz. Tener un espíritu crítico implica riesgos y como decía Don Atahualpa:"uno no es moneda de oro para gustarle a todo el mundo".
ResponderEliminarGraciela B