El periodismo argentino acaba de inaugurar una nueva y revolucionaria manera de informar. Se trata de hacer afirmaciones de cualquier tipo sin citar fuentes confiables o no confiables, es decir, no se habla ya del necesario chequeo de los datos y los dichos mencionados en una nota sino que, ahora, puede escribirse un artículo sin fundamentos y colocarlo, incluso, como nota de tapa. Es algo extraordinario que añade al país un nuevo motivo de orgullo. Después del dulce de leche, la birome y el colectivo ahora podemos jactarnos de haber renovado por completo la práctica del oficio más viejo del mundo ¿O ese era otro? Los avances periodísticos locales no terminan ahí. La nueva modalidad incluye también eso que los analistas llaman el tiempo verbal de la neurosis. Se trata del hubiera o hubiese condicional aplicado a hechos no comprobados pero supuestamente ocurridos. Ya no se dice que llueve sino que habría llovido en el caso de que se confirme la caída de agua en algún lado. Los parlamentarios habrían sido presionados para votar el presupuesto 2011, Obama quizás sea negro y demócrata, y, anoche, River le habría ganado a Boca en un estadio muy probable. La instauración de la duda absoluta añade un nuevo galardón a nuestro país. Dios, o alguna figura cercana, habría sido o sería argentino.
L.
Leí por ahí: Nunca creas nada hasta que no esté oficialmente negado.
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