El profesor empezó a tocar piano y de pronto se detuvo. Vio sus dedos inflamados. Rojos. Contempló sus manos con tristeza y me dijo que esperaba que no fuera lo que pensaba. Aprendí la marcha fúnebre en hora y media de clase. Me dijo que solo dos estudiantes más la habían hecho. El último hacía quince años. El camino (de todos modos) es largo. Las notas están en mi cabeza pero la interpretación solo vendrá tiempo después. Hay gente que deja huella, deslizó cuando hablamos de los héroes. Le dije que sí. Me contó que trabajaba en su último proyecto. Un libro de técnica para niños basado en la música colombiana. No sé por qué terminamos hablando de partir, alejarse, entregar. Eso me dejó pensando un largo rato. ¿Qué podría decir? El silencio fue la mejor respuesta.
Andrea
Como siempre Andrea tu escritura certera, sensible, melancólica en parte. Este post breve pero intenso es una nueva demostración de tu estilo inconfundible.
ResponderEliminarElías S.