domingo, 21 de marzo de 2010

Por qué somos infieles II


Para ser infiel (dicen) alcanza con mirar a alguien que no es nuestra pareja. Algunos llevan la fantasía a los hechos y empiezan los problemas. O las soluciones. Siempre se arma lío. También se dice que fieles son los perros. Hombres y mujeres deberían ser leales en todas las pistas de prueba. Tanto en una relación legal como en una clandestina lo ideal sería que nadie finja lo que no siente. Pero ningún argumento nacido de la inteligencia o la moral resuelve esta cuestión. Quizás la infidelidad se relacione con el mundo incompleto que habitamos. Algo nos falta y eso suele empujarnos a jardines ajenos. No hay fórmulas ni camino recto. Vivir es desviarse, decía Kafka. Vivir es (por sobre todo) ser fieles a nosotros mismos.
L.

3 comentarios:

  1. Óscar Wilde – a quien siempre se acude a la hora de las provocaciones- decía que la fidelidad es uno de los tantos nombres que se le da a la costumbre o la falta de imaginación. No creo que por estar enamorada una persona pierda el deseo. El acto de pensar o estar con otro no es el problema. Lo difícil asoma cuando hay que pagar el precio por ello. ¿Quién -hombre, mujer o amante- está dispuesto a perder?

    Gloria Maswich

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  2. Odio con intensidad la palabra "segundas".
    Llevé ese título durante mucho tiempo y nunca me hice cargo. Con la mujer de mi ex amante no corríamos una carrera. Me gusta pensar que amábamos al mismo hombre y en la misma época. En cuanto a él...lo justifiqué mil veces y lo entendí otras tantas. Entenderlo me daba la sensación de que también me ayudaba a entenderme a mí. Pero no creo que lo haya logrado. Defender la infidelidad era mi tarea entonces. A diario tuve que explicar por qué y de paso explicármelo a mí también. En fin. Me temo que no saqué nada en limpio. Este blog nos ayuda a ver un poquito más claro (a veces) temas tan difíciles como éste. Y a veces más oscuro. Saludos. Valeria.

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  3. hubiera querido tener esos mismos decires -no hay camino recto...vivir es ser fieles a nosotros mismos- para poder desmadejar la madeja que me envolvió la única vez que amé a alguien de tal forma, que me importaban poco las dudas, los juicios y las penas cuando él me abrazaba.
    después... después quedé sola en la hoguera y el corazón con alguna espina que no se me quita (aún) del todo.
    salut Luis, (y por otro guerrín)
    S.

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