domingo, 28 de marzo de 2010

La mano


Dice el escritor peruano Julio Ramón Ribeyro que lo primero que conocemos de una mujer es su mano. Primero se va individualizando cada uno de sus dedos. Luego cada uña, cada arruga, cada imperceptible lunar. Después la mano es conocida por los labios y se suma entonces un sabor, una consistencia, algo difícil de nombrar. ¿Y qué decir del brazo, del hombro, del seno, del muslo, de los genitales? Apollinaire habla de las siete puertas del cuerpo femenino. Pero la cifra arbitraria y fisiológica resulta intrascendente. El cuerpo de una mujer –al igual que el del mar- no tiene puertas.
L.

1 comentario:

  1. ...ni mujeres ni hombres tenemos puertas...somos todos un misterio donde se hace cada vez más difícil entrar...el hombre entra en la mujer pero no la conoce de ese modo, es decir, entra apenas como un ciego y por unos pocos instantes. buen post. kami.

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