jueves, 25 de marzo de 2010

Modelo vivo


Empecé a dibujar en el taller de Roberto Páez. Yo era un adolescente y me topé de pronto con la modelo desnuda. Superar el primer impacto no fue fácil. Resultaba inevitable pensar algunas cosas. La modelo (decía el maestro) es una aglomeración de sombras y luces. Pero yo no dejaba de ver a una mujer sin ropa ubicada a pocos centímetros de mi cuerpo atento. Pasados algunos minutos pude alcanzar la visión artística. Y entonces sí. Luces y sombras. Curvas. Oscuridades. Iluminaciones. Manchas. Olvidar que que las nalgas son nalgas. Ya nada importaba. El conjunto empezó a diluirse en mis ganas de plasmar algo en la tela. La figura desvestida se fundía con la cortina en la ventana, el atril, la silla del fondo, un florero vacío. Sólo al final recuperé mi condición. Algo parecido me ocurrió cuando salí de pasar varias horas en un observatorio astronómico. Las estrellas y las nebulosas desaparecieron y poco a poco volví a fundirme con la tierra que es (también) una mujer desnuda.
L.

La ilustración es de Coni, alias Hormiga, ex alumna de Tea.

3 comentarios:

  1. también fui al taller de roberto páez...recuerdo que la modelo se llamaba silvia y era rubia... había sido novia de luca prodan...no sé si compartimos esa época...pero si sé que inicialmente viví ante la desnudez de ella algo parecido a lo que decís...después nos hicimos amigos y ya no pude verla ni como modelo ni tampoco mujer...gracias por contar esta historia sobre una experiencia de algún modo compartida y por hacerlo tan bien. un abrazo. horacio.

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  2. que maravilloso es recuperar el aliento después del impacto inicial y descubrir las sombras y luces en esos espacios de piel que a veces uno deja de ver. Como mujer que admira la belleza, creo que nunca superé del todo el primer estadío con una modelo. la nuestra se llamaba dulcinea, no hablaba y fumaba mucho en el taller de mariangeles blanco.
    bellos momentos esos de mi vida, después del taller iba a tu clase.
    (:

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  3. :) Si, es difícil superar la condición de simples humanos sexuales y hacer de cuenta que no estamos dibujando algo que nos da tanto placer e intriga como un cuerpo desnudo. Todavía no lo intenté, todavía no me inscribí alguna vez en un taller de pintura. Todavía no, pero en algún momento sí. Cuando termine de asumir el camino que tienen trazados para mi mis deseos.

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