Una almohada en soledad ocupa mejor los espacios. A veces adopta la forma deseada. O es sólo eso. Nunca necesité nombres o pensamientos. Confieso que durante una época debí recrear la escena de mi primera frustración. El placer llega siempre. En ocasiones con mayor dificultad. Hay días en que tengo la impresión de que todo es demasiado triste. Que ni siquiera alcanza intentarlo de nuevo. Pese a todo es un camino. Y un alivio cuando la duda aparece. Una prueba de que mi cuerpo es capaz de sentir.
A.
A.
Cuando vi esta serie no lo pude creer...¿Puede ser la masturbación tema de posteos en un blog? ¿No es algo demasiado íntimo o demasiado fuerte? Después de leer me alivió comprobar que cualquier tema es válido si está tratado con altura. Tus confesiones Andrea son bien femeninas. Lo digo porque pude identificarme sobre todo con ese miedo que tenemos siempre las mujeres (solas o acompañadas) a no poder sentir. Gracias a los dos por el atrevimiento y la calidad de los textos.
ResponderEliminarLidia Mendes/ Desde San Juan
El comentario anterior parece de una maestra vieja...
ResponderEliminarEuge
"Le dije muy seria:-Quiero sentir -se me quedó mirando, yo también la miré, era una mujer gorda y suelta; por el escote de la blusa le salía la mitad de unos pechos blancos, usaba pulseras de colores en los dos brazos y unas arracadas de oro que se columpiaban de sus oídos rozándole las mejillas.
ResponderEliminar-Nadie viene aquí a eso -me dijo. No sea que después tu madre me quiera echar pleito.-¿Usted tampoco siente? -pregunté. Por toda respuesta empezó a desvestirse. En un segundo se desamarró la falda, se quitó la blusa y quedó desnuda, porque no usaba calzones ni fondos ni sostenes.
-Aquí tenemos una cosita -dijo metiéndose la mano entre las piernas. Con ésa se siente. Se llama el timbre y ha de tener otros nombres. Cuando estés con alguien piensa que en ese lugar queda el centro de tu cuerpo, que de ahí vienen todas las cosas buenas, piensa que con eso piensas, oyes y miras; olvídate de que tienes cabeza y brazos, ponte toda ahí. Vas a ver si no sientes.Luego se vistió en otro segundo y me empujó a la puerta.-Ya vete. No te cobro porque yo sólo cobro por decir mentiras y lo que te dije es la verdad, por ésta, y besó la cruz que hacía con dos dedos.
Volví a casa segura de que sabía un secreto que era imposible compartir. Esperé hasta que se apagaron todas las luces y hasta que Teresa y Bárbara parecían dormidas sin regreso. Me puse la mano en el timbre y la moví. Todo lo importante estaba ahí, por ahí se miraba, por ahí se oía, por ahí se pensaba. Yo no tenía cabeza, ni brazos, ni pies ni ombligo. Las piernas se me pusieron tiesas como si quisieran desprenderse. Y sí, ahí estaba todo.-¿Qué te pasa Cati? ¿Por qué soplas? -preguntó Teresa despavilándose. Al día siguiente amaneció contándole a todo el mundo que yo la había despertado con unos ruidos raros, como si me ahogara. A mi madre le entró preocupación y hasta quiso llevarme al doctor. Así le había empezado la tuberculosis a la dama de las camelias".
(El texto precedente es de la escritora Angeles Mastreta; es también mi aporte para esta excelente serie que nos regalaron).
Vera, desde Tijuana, México.
Respondiendo al posteo de Lidia.
ResponderEliminarYo no creo que el tema a tratar depende de la altura con el que se lo trate. Por que con ese sentido podriamos hablar del holocausto sin inmutarnos. No. Yo creo (y es importante decir yo creo antes de la oracion para no imponer ideas)que la masturbación no es algo que debería hablarse solo con "altura". no es algo ni demasiado intimo ni demasiado fuerte. Es algo cotidiano, algo propio y a la vez de nadie, ya que no es exclusivo.
No creo que las confesiones de Andrea sena bien femeninas. No creo que el miedo a no sentir sea algo que solo temen las mujeres. Creo que tanto el miedo a no sentir como el miedo al dolor y el miedo a la soledad son completamente humanos, sin sexualidad y sin diferencias.
Como siempre es solo una opinion y con todo el respeto debido.
A.Sherif