¿Amamos a una persona real o a la idea que nos hacemos de ella? Pessoa, el poeta portugués, ha respondido esa pregunta de manera frontal e irreductible. Nunca amamos a nadie, dijo en uno de sus clásicos manifiestos. Es a un discurso nuestro. Es a nosotros mismos a quien amamos. Esto es verdad en toda la escala del amor. En el vínculo sexual buscamos un placer propio obtenido por intermedio de cuerpos extraños. En el amor diferente del sexual buscamos placer y lo recibimos a través de una idea también nuestra. ¿Tendrá razón Pessoa? ¿Sólo nos enamoramos de versiones ajenas de nuestro ser?
L.