La felicidad nunca hizo feliz a nadie. Paula (ex alumna de taller literario muy dada a la escritura de textos pornográficos) mantuvo 77 citas a ciegas en una pizzería situada a tres cuadras de mi casa. La cifra es exacta. No hace falta explicar en qué consistieron los encuentros. La mujer tomó café o coca cola con señores de distintas edades que le preguntaron de qué signo era y si le gustaba el asado. Por fin dio con su par y vive junto a él desde hace un año. El hombre es un psiquiatra divorciado que (además) es fanático de los autos de carrera. Semanas atrás -de visita en su flamante hogar de Colegiales- le pregunté cómo andaba todo. Muy bien, dijo. Como al pasar añadió que hay apenas un problema. ¿Cuál?, quise saber con mi habitual malicia. Ella resumió diciendo que el psiquiatra carece de humor. Salí de la casa preguntándome si yo estaría dispuesto a mantener una cita a ciegas (o de ojos abiertos) con quien sea y por lo que fuese. Resolví que jamás lo haría. Jamás quiere decir jamás. Prefiero usar ese precioso tiempo para escribir algo en este blog, leer un poema cualquiera de Raymond Carver o escuchar una vez más alguno de los 22 temas de los Beatles reunidos en Love, un disco remasterizado y vibrante que garantiza la alegría para siempre.
L.
Pirayiguán Antokolovsky, filósofo árabe, nacido en Biafra, hijo de madre italiana y padre ucraniano, dice: ojos que no ven corazón que no siente...
ResponderEliminar¿Qué cita no es a ciegas?
ResponderEliminarNada más ciego que una cita. Pero tampoco tendría una, hay miles de cosas más interesantes para llevar a cabo con la vida.
ResponderEliminares simple. los libros, los CDs favoritos, no cambian. lo que cambia es nuestra persepcion, lo que ellos generan en nosotros.
ResponderEliminarcon las personas es distinto. pueden transformarse sin avisarnos o seguir siendo igual que antes y ser nosotros quienes hemos cambiado y necesitamos algo nuevo. quizas ellos fueron siempre de determinada manera, y nosotros, solo nos dimos cuenta tarde.
O.
Este tipo de citas me parecen trampas propias. Desesperadas, calculadas y con expectativas equivocadas. Jamás me parece perfecto.
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