No quiero hacer del recuerdo una catedral. Sería como adorar un friso lleno de vírgenes y putas. No necesito eso. No lo quiero para nada. Uno recuerda sin intención como quien camina descalzo por los fríos pasillos de una catedral. Al pisar la loza recibe una descarga eléctrica. Es inevitable. Para qué esforzarse en que llueva si de todos modos lloverá. Caminar. Eso es todo lo que hay que hacer para llegar a alguna parte. Recordar no es vivir. Vivir es caminar.
L.
Los recuerdos son parte de nosotros pero no son nosotros. Somos hoy, somos este día que empezó, prefiero no llorar por lo que no fue, ni añorar lo que se tuvo y no se tiene más. Energía para adelante, para seguir andando o, en todo caso, para futuros llantos o futuros amores perdidos. Todo está por venir.
ResponderEliminar