Acabo de leer en un diario que cuatro de diez mujeres argentinas revisan los mails de sus novios y esposos a la búsqueda de infidelidades. Soy enemigo del espionaje sexual. Me parece que su ejecución no lleva a nada importante. Y que descubrir algún desvío en la bandeja de entradas no ayuda ni al conocimiento de las personas ni al vínculo establecido. Pero hablando ayer con una amiga (protagonista de una de las tres historias que cuento abajo) pude ver otro aspecto de la cuestión. Ella me dijo que siempre es mejor vivir sabiendo con quién estamos. Y que fingir un todo bien constante no ayuda a la causa amorosa. En eso (creo) tiene razón. Pero considerando la cuestión en su conjunto supongo que debe primar la lealtad y no la desconfianza en las parejas. Otro punto interesante se relaciona con las endiosadas nuevas tecnologías. Si vinieron para también meterse en nuestra cama pienso que será mejor volver a la máquina de escribir o a las señales de humo.
L.
Yo sé que es feo pero lo hago. Es más fuerte que yo.
ResponderEliminarCeci
ESTOY DE ACUERDO, PERO COMO TECNOLOGIA LLEGO PARA QUEDARSE Y ES MAS FUERTE QUE NUESTRO DESEO DE VOLVER AL PASADO EN BUSCA O EL RESCATE DE LA PUREZA DEL AMOR, ES QUE SOMOS INFIELES POR NATURALEZA Y PODER VIAJAR A LA VELOCIDAD DEL INTERNET NOS PERMITE UNA MEJOR CACERIA DE CUERPOS O MENTES SEDIENTAS, AMANTES DEL DESEO
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