Contra el casamiento de los heterosexuales

Los nuevos tolerantes de la democracia bicentenaria admiten todo incluso aquello. Los ciudadanos de la patria son libres de hacer lo que quieran. Se les permite ejercer la condición homosexual, pueden fumar porro y usar forro, masturbarse con o sin ayuda de vibradores y hasta practicar sexo oral durante el tiempo que consideren necesario. Son dueños de realizar esos y otros actos (advierten en una muestra inigualable de amplitud moral) siempre y cuando lo hagan puertas adentro y nadie se entere. Esta postura claramente antidiscriminatoria merece ser destacada. Quedaría por resolver una sola cuestión. ¿Por qué permiten entonces que se realicen casamientos heterosexuales a la vista de todo el mundo? ¿Acaso no sabemos que la mayoría de esas uniones acaban en noche de bodas (promiscuidad genital incluida), lunas de miel donde también se practican actos aberrantes y, posteriormente, un proceso de desgaste que suele resolverse en adulterio, divorcio y otros pecados claramente objetados por la Iglesia? Los nuevos tolerantes de la democracia bicentenaria deberían ser coherentes con sus convicciones. Y luchar hasta el fin por la prohibición de todos los actos públicos y secretos (como hablar, caminar e incluso respirar) así termina el debate de una vez y podemos abocarnos, en un espíritu de sana convivencia, a ver los partidos del mundial.

L.