lunes, 3 de mayo de 2010

Policías del amor


A veces las parejas se convierten en policías. Lo hacen para preservar el vínculo de eventuales enemigos externos. Secretamente ella o él se dan a revisar bolsillos, buscar llamadas perdidas en celulares, husmear en la bandeja de correos enviados o recibidos. Con frecuencia el detective encuentra pruebas incriminatorias, seducciones escondidas, mensajes de audacia inadmisible. Las huellas de la traición pueden verse ahora a la luz del día. El hallazgo será considerado un triunfo por el paciente investigador. Se traducirá luego en discusión grave. Quizás en separación. La documentación hará creer al amante presuntamente engañado que al fin dio con la verdad escamoteada. Pero no es así. Los policías de las pequeñas distracciones tienen las manos vacías. No hay prueba ni trampa que llene tanto abismo. Los buenos detectives saben que el enigma no se aclara nunca. Peor aún. Que no hay enigma. Y que el amor o el desamor no están afuera sino adentro.
L.

7 comentarios:

  1. La traición de pensamiento es incomprobable y, diría yo, la más frecuente.
    No solamente con respecto a una pareja, sino a todo acto de nuestros días, muchas veces de nuestras convicciones más profundas.
    Por eso, mejor no perseguirse buscando afuera. Y si hay dudas, a otra cosa mariposa, pero en paz.

    ResponderEliminar
  2. Yo entiendo que las parejas tienen un acuerdo tácito de fidelidad. Pero hay una obsesión en todo esto. Conozco parejas que continuamente se descubren sus deslices y ¿que hay después de la sorpresa? Un nuevo empeño en descubrir la próxima trampa, así sea un cariño por correo, o una invitación a tomar café. Siempre se dan cuenta al final que conservan esa fidelidad por el amor mutuo. Pero siguen con sus labores de espionaje.

    ResponderEliminar
  3. Mi pareja anterior era un psicópata que revisaba hasta mi ropa. Su actitud era la de un niño de 10 años que juega a ser inspector, nada tenía que ver su práctica con nuestra relación que terminó por cualquier motivo menos por engaño. En lo funcional de su manipulación y de mi sometimiento entendí que los celos conducen sólo a una cosa: más celos (independientemente de como termine la relación).
    Todo debe ser en el justo medio de las cosas, diría Aristóteles.
    Ningún exceso maligno, ninguna quietud.
    A.

    ResponderEliminar
  4. Esto es demasiado real. Y no quiero leerlo nunca más.

    ResponderEliminar
  5. Que algo sea demasiado real para tal o cual y que eso lleve a alguien a no querer leer nunca más lo que sea... no soluciona el problema suscitado por el post o por cualquier otra fuente de pensamiento. Gracias por esta aguda reflexión y por el blog en general.
    Josef Janush, desde República Checa

    ResponderEliminar
  6. Maestro, ¿Que se le dio por escribir en serio?

    ResponderEliminar
  7. creo que el hecho de buscar 'el problema' fuera de la pareja al creer en la infidelidad, es negar esa voz interna que nos dice "hay problemas entre los dos"

    ResponderEliminar