sábado, 22 de mayo de 2010

Los miserables I


Todas las semanas recibo novelas, cuentos, poemas, textos sin forma desde Buenos Aires y otras ciudades. Me piden que los lea "de onda" a ver qué tal. Un tal Brian (ex alumno de periodismo) me escribió desde Costa Rica pidiéndome que lea sus crónicas de viaje. Le dije lo que suelo decir en esos casos. Leer y eventualmente corregir es un trabajo como pasar el trapo en la cocina, fabricar mesas o ravioles de ricota. Le dije que por eso debe pagar. La respuesta de Brian fue brutal y despectiva. Mi analista lacaniana (una mujer excepcional) me cobra 120 pesos por media hora de leer y reescribir semanalmente el torpe discurso de mi alma. Lo hace en el aire (no en el papel o la pantalla) pero es igual. De ella aprendí a no leer ni mejorar textos a cambio de nada. A la gente le cuesta pagar, me dijo una vez. Con pagar se refería a algo más que dinero. Cada vez que me dispongo a realizar mi tarea de maestro pongo en juego la vida entera. Mi intuición, mis lecturas, mi trabajada y cambiante visión del mundo. Voy a hablar más vulgarmente. Para quitar una coma o agregar una preposición entrego y sacrifico hasta la sal de mis testículos. No sé si hay sal en esa zona pero la impostura es clara. No leo gratis una sola línea más en mi vida. Salvo si fue escrita por María -amiga de siempre y para siempre- o por una bogotana que a estas horas debe andar caminando, como sonámbula, por las calles de La candelaria o Quinta Paredes.
L.

7 comentarios:

  1. Tanto la escritura como la docencia están desvalorizadas. Ahora se valoran otras cosas y además, es cierto, nadie quiere pagar. Apoyo la decisión de no trabajar gratis.
    Lara

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  2. Eso. No trabajar gratis!
    Lara

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  3. Ni una puta coma más sin cobrar ¡Que joder!

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  4. Como aprendiz, se tiene la necesidad de corrección siempre. Pareciera que uno nunca fuera a destetar... Apoyo tu rechazo, Luis.

    Pretendemos evadir el propio miedo y transferirle la carga que deberíamos afrontar nosotros mismos, a otra persona. Ese fastidio merece buena paga.

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  5. Y el punto y coma más caro. Todo sube.

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  6. Estamos rodeados de cucarachas. Adoran moverse entre la mugre. Y hay que aceptar que tenemos que convivir con estos bichos. Son grandes sobrevivientes.
    Cada uno decide si quiere relacionarse con ellas o no.
    Algunos las pisan, por el asco que les generan.

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  7. Todo trabajo merece retribución. De acuerdo contigo, Luis. Abrazo, egk

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