Estaba en la cola del 132 y delante mío una pareja se besaba de una manera incesante y saludablemente procaz. Las bocas se separaban por brevísimos instantes. Ellos reían, decían una o dos palabras y volvían a la tarea con un fervor casi político. Era un entusiasmo obsceno y provocador que rechazaba la ley del mundo. Cuando llegó el colectivo los dos se despidieron como si fuese para siempre. El hombre se fue apurado y sin darse vuelta. La chica subió y se ubicó bien al fondo. Yo la observé con alguna atención casi colgado de una manija oscilante. Aún desde lejos alcancé a ver que su boca, de labios pintados con un rojo que tiraba a morado, no era lo mismo en pasividad. Todo en ella me pareció de pronto vacío y vulgar. Hacía unos segundos había estado iluminada por un beso irrepetible. Ahora se había convertido en una figura más, fría y solitaria, como sumergida en lo más hondo de la noche deshabitada y voraz.
L.
Iluminada por un beso.
ResponderEliminarHermosa expresión.
Clau
Oh Magritte, esa imagen la uso como fondo de pantalla en el celular. Acompaña muy bien el texto. En mi celular no tiene nada que hacer..
ResponderEliminarTodos somos distintos cuando nos toca la pasión. Son momentos únicos que nos hacen únicos. Después todo vuelve a la normalidad...
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