Mientras la mujer duerme el hombre se levanta a calentar agua y lavar de paso los platos sucios de anoche. Antes orina a tientas mientras la neblina confunde más las cosas. No sabe por qué se asombra del sonido del chorro que ahora declina. Ya en la cocina despliega movimientos automáticos. Fósforos, hornalla, esponja, tostadora, un plato que se quiebra escandalosamente. Todo le resulta incomprensible. Cuando vuelve al cuarto la mujer sigue durmiendo. Está apenas cubierta y deja ver fragmentos de su cuerpo a contraluz. El hombre alza apenas la persiana y la mujer abre los ojos asustada como si volviera de la muerte. Sonríe levemente y se sienta en algo que parece una cama. Sin intención deja ver los pechos inclinados hacia abajo. El hombre la observa entre maravillado y absorto. Se entrega luego a un sueño deshilvanado que no recordará. Silencio y calma. Algo está por suceder.
L.
Muy buen texto. Extraño y sensible. Lo que me gusta de este blog es que produce una buena mezcla de provocación y literatura de buena calidad sin citar a los consagrados, es decir, con producción propia.
ResponderEliminarLudmila
Lo que parece cotidiano adquiere un valor sagrado si se mira de cerca y con atención. Me encantó este post. Daniela Gurisatti.
ResponderEliminarEste es para Carver también?Precioso texto.
ResponderEliminarMaria Rosa
Pieza maestra. egk
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