Corrijo unos 200 textos por semana. La mayoría de ellos periodísticos y los otros literarios. No me estoy jactando. Al contrario. Me estoy quejando. Doscientos textos es demasiado para cualquier maestro. Salvo raros casos la mayoría de las frases que leo están horriblemente construidas. Ya nadie usa acentos o mayúsculas iniciales cuando hay que usarlas. Ningún signo de puntuación en realidad. Los más jóvenes escriben como en el chat. Entonces ponen q en vez de la palabra que (con lo cual ahorran tiempo y dos letras) y al final de cada proposición hay un inefable jejeje coronando la presunta idea. Casi todos trasladan la oralidad a la escritura pero lo hacen mal y entonces no se entiende nada. No exagero. Cuando digo nada es nada. Es tan grande la cantidad de textos definitivamente incomprensibles (sin concordancia de sujeto y predicado, con faltas de ortografía, con una confusión notable de ideas y formas de plasmarlas) que llego a preguntarme si en el siglo XXI no estaremos llegando al fin de la escritura. Todo resulta tan escandaloso que dudo incluso sobre la utilidad práctica del oficio. Quizás deba prenderle fuego a todos mis libros (empezando por el Quijote y terminando por Romeo y Julieta), abandonar para siempre la palabra escrita y sumarme a las nuevas tribus que han hecho del analfabetismo un estandarte de guerra. Ya no tengo argumentos en defensa de la buena escritura. Tampoco me quedan fuerzas para condenar la mala. Apenas sé que sin algunos cuentos y poemas que leo a veces me resultaría difícil seguir viviendo. Esos textos amados (también algunos ensayos de filosofía, historia y psicoanálisis) me ayudan a respirar cada mañana como si estuviera en un prado cubierto de flores. El prado de los soñadores que han perdido la esperanza. ¿Pero por qué suponer que la felicidad de uno es la de todos? Ya sé. Voy a hacer un pozo en el jardín de mi casa. Voy a esconder ahí unos pocos papiros escritos con precisión, amor e intensidad. Dibujaré una gran equis en el lugar. Cuando el mundo haya acabado los exploradores venidos de otros planetas llegarán al sitio y encontrarán el tesoro que guardé para ellos. Me ocuparé de que lo encuentren. Dejaré mapas con instrucciones precisas. Voy a hacerlo aunque me maten y yo mismo me convenza de que la escritura no sirve (ya) para nada.
L.
Sería esta una hermosa polémica si no fuera por sus imputaciones generacionales. Se ha dicho muchas veces, los hijos se parecen más a su tiempo que a sus padres. Y la circunstancia, léase Historia, es una variable que pesa.
ResponderEliminarNo creo que antes todo fue mejor. Ni siquiera la escritura, aunque entiendo y en parte comparto las críticas de Luis. Tampoco que solo por ser mañana tendremos garantizada la razón o felicidad. Antes y después hubo y hay que luchar todos los días y en todas partes. Con Sarmiento, Ménem, Kirchner o cualquiera. Al final cada uno de ellos son lujos que nos hemos dado pues ya sabemos que lo que importa está en un lugar perversamente oculto por más que habite en cada uno de nosotros.
Viviendo en sociedad quizás la mayor grandeza esté en acercarnos y dejar ver nuestro yo más yo. Pero no el yo idiotamente absoluto que ignorando al resto se anula a sí mismo. El yo más yo. Ése que conscientemente solo se explica en el de más allá.
Todos somos culpables y todos inocentes frente a esa circunstancia accidental y misteriosa que es la vida. Y si así nos va algo hicimos y hacemos mal. Suerte en el viaje.
Lindo tema. Abrazos, egk
Estoy de acuerdo con los dos comentarios. Quisiera agregar que parte de la 'culpa' de la mala o de la perdida de la escritura se debe a la falsa creencia popular de que el tiempo debe ser aprovechado al maximo. Que significa esto? Que las horas y minutos estan contados. Que caminar no sirve, hace falta correr, correr rapido y sin detenerse. Estar en un cafe leyendo o bajo la sombra o la luz del sol en el jardin, es visto como 'una acctitud de vago'. Sera quizas por ese motivo que abreviamos las palabras, acortamos el tiempo dedicado a la lectura, sintetizamos lo que queremos decir, en fin, simplificamos la vida.
ResponderEliminarO.
Estimado Profesor Gruss estoy muy emocionado,frenando algunas lágrimas. Al leer "El fin de la escritura l y ll" siento muchas cosas que se mezclan con dolor, con amor y con impotencia. Quiero expresarle mi reconocimiento y agradecimiento muy sincero por todo lo que he recibido de su parte. Usted signifa mucho en la vida de los queremos escribir, decir lo que sentimos, comprender las palabras plenamente, llegar a lo profundo, tal vez con sueños imposibles de cumplir. Estoy muy de acuerdo con lo que expresa y siento una gran admiración por usted, me gustan y disfruto sus escritos. Mientras haya en el mundo un Luis Gruss, la escritura no morirá.Le mando un fuerte abrazo, extensivo a Andrea Rocha.
ResponderEliminarLuis Armando - El Maitén -Patagonia.