Releyendo una breve compilación de textos de Bukowski (1920-1994) llegué a la conclusión de que el viejo indecente no es más que un personaje literario. Si uno se deja llevar por sus relatos y poemas termina creyendo que el narrador va de cama en cama, que vive borracho y convertido en una máquina de follar (como se titula uno de sus cuentos) o que su vida se limita a una serie indeterminada de erecciones, eyaculaciones y exhibiciones, nombre de su primer libro traducido al español. El maloliente carcamán no era superdotado (lo admite en su diario íntimo) y ni siquiera fue un borracho de aquellos. Tampoco se la pasaba oliendo bombachas de mujeres ocasionales sino oyendo música clásica por la radio. El verdadero Charles Bukowsky detestaba a los indecentes reales. Decía que el mundo está lleno de ojos, orejas, piernas y voces definitivamente vacías. El escritor sin velos no buscaba a la chica de sus sueños. Se conformaba con una que no fuera una pesadilla. Y lamentaba no encontrar textos que sonaran tan bien como la quinta sinfonía de Mahler. ¿Por qué no quedan escritores con ese poder?, se preguntaba. ¿Qué mierda les pasa a los nuevos autores? Conviene diferenciar al autor del personaje. Conviene no caer en la trampa.
L.
Hay más que ternura en su obra. Gracias Bukowski. egk
ResponderEliminarPocas veces estuve tan de acuerdo con una frase: "Conviene diferenciar al autor del personaje. Conviene no caer en la trampa."
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