sábado, 19 de junio de 2010

Para qué volver


Las mujeres tienen la virtud de hacernos recordar que venimos de su vientre. Se diría que hasta en la cama quisieran volver a meternos en ellas. Por hambre o amor los hombres aceptamos la invitación y nos dejamos llevar al dulce abismo. Los instintos sexuales apuntan a la conservación de la vida. No sólo por arte de la descendencia sino también por el efecto rejuvenecedor de la cópula. El principio del placer apunta a recuperar por vía erótica un estado armónico entre cuerpo y alma. Tarde o temprano (sin embargo) se interpone en el camino el principio de realidad. Un ejemplo de esto último es el orgasmo. Luego de alcanzar un estado de elevación máxima, que dura unos pocos instantes, caemos nuevamente en lo real. Comprendemos que tampoco podemos regresar al interior de las mujeres. Ellas y nosotros quedamos nuevamente solos, alejados como nunca de la idea de dios, lujuria o destino. No podemos volver a ningún lado. Podemos, apenas, dar un nuevo paso hacia adelante.
L.

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