domingo, 20 de junio de 2010

Vivir sin ilusión


Mi generación vivió de ilusiones. Soñamos y luchamos por una revolución que resolvería todos los problemas. Nuestra meta se parecía al reino de los cielos pero mejor. Los jóvenes de hoy carecen de utopías. Algunos hasta nos envidian. Ustedes al menos creían en algo, dicen a veces. Es verdad. Creíamos en algo y eso nos impulsaba hacia adelante. Ahora vivimos un tiempo sin emociones. Quizás sea mejor vivir sin fe, sin esperanza, sin sueños. Vivir sabiendo aunque duela. Y seguir luchando aunque la posibilidad de un cambio sea remota. Termino de escribir esto sin ilusión de que decirlo ayude a mejorar las cosas. Pero lo hago igual. Nunca se sabe.
L.

8 comentarios:

  1. Lo prefiero. Seguir luchando aunque la posibilidad de cambio sea remota. Sobretodo en estos días en los que se nos presenta la realidad estampada en la cara (hablo por algunos), y a la vez que se siente la falta de ilusión.

    Gracias, Luis.

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  2. Vivir sabiendo a veces me duele y otras me cuesta. El esfuerzo con ilusión incluida que se queda sin destino me desorienta. He descubierto así que el valor de la ilusión tal vez sea sólo sentirla para mantenernos en la lucha sin depender del resultado . Por las dudas trato de guardar alguna ya que..."nunca se sabe".
    Graciela B

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  3. Tengo la dicha de conocer personas que jamás perdieron la ilusión .Tampoco la esperanza.Tienen sueños y todos los días los concretan.Ellos son la emoción.Ellos emocionan.
    Tengo la suerte de aprender de ellos que luchan todos los días por un lugar mejor.Y lo logran.Quizá no piensen tanto,hacen con el otro.Y no hablo de Waslala...
    Maria Rosa

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  4. Es un problema de subjetividades. Las cociencias revoluciarias siguen ahí (germinalmente), en los barrios, construyendo poder. Pero el capitalismo ha encontrado la forma de marginarlos, tapándolos de mierda (mundial, megaconsumo, eso). Queda en uno ser cómplice o animarse a creer.

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  5. Viví con mis utopías a cuestas desde chica, simplemente porque crecí siempre junto a personas que me llevaban entre 8 y 10 años más. Me interesé por pensar que puedo cambiar algo, lo que sea. No sé si funciona, muchas veces creo sencillamente que no, que todos los caminos fáciles son más sencillos que esforzarse, que rendirse es mejor que intenar...pero, sigo, estoy y trato...con dureza muchas veces, con daños irreversibles, (porque hay gente, mucha gente)que se encarga de poner piedras y piedras en el camino. Pero, tras tropezarme y finalmente caerme tantas veces...me dí cuenta que salir de esa agonía me pone más fuerte y que ni 500 piedras pueden al menos, opacar mis intentos y mi fuerza de voluntad (legado que me dejó mi mamá). Aquel "trabajo de hormiga" que destacó un profesor de taller el año pasado, el mismo que se burló de mí en diciembre y sin embargo, allí estoy, de nuevo...intentando seguir, intentando estar de pie.
    A.

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  6. Lo que hay que volver a construír es la desutopización de la revolución y de cualquier otra cosa (menos la utopía capitalista, que prometió desde siempre un bienestar para todos que terminó convertido en un mundo cínico sólo habitable para un grupete de explotadores). Las utopías no ayudan a avanzar (en general son más hegelianas y metafísicas que materiales, reales), sino el objetivo (siempre político) de la concreción del proyecto del hombre nuevo plasmado en actitudes de lucha constante. Para cualquiera que crea que estoy loco o desfasado, le contesto con la máxima Gramsciana conocida y al mismo tiempo ignorada por todos, "al pesimismo de la razón le contestamos con el optimismo de la voluntad". No creo que haya que darle muchas vueltas (absurdas) más.
    M.

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  7. una cosa es haber vivido una época en la que esos proyectos parecían estar a la vuelta de la esquina, y otra cosa es decir que hoy no existen más esos proyectos. eso sí sería el llamado "fin de la historia" (el fin de la humanidad). a la buenísima frase de Gramsci, podríamos agregar la muy cursi de "podrán arrancar todas las flores, pero nunca detendrán la primavera" (no por cursi deja de ser cierta). no fue en vano la dictadura y el terrorismo de estado: fue precisamente para arrancarnos las ganas de soñar. claro que todo es más difícil después de semejante baño de sangre, y entre tanto bombardeo de estupidez. pero imposible solo es lo que ni siquiera nos proponemos.
    L.

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