Por un instante el relator abandona el estadio (como un pájaro) y se distrae con el aire en movimiento. Sopla fuerte el viento en Johannesburgo (dice) y las trompetas aturden a todos. Los jugadores no se oyen entre sí. Hasta el silbato se diluye. El viento no deja de soplar. En el campo de juego todo es confusión. Los futbolistas renuncian a los planes y piensan con las piernas, con los genitales, con las ganas. Se dejan afectar por la dinámica de lo impensado. No hay destino. El fútbol (como la vida) es una rara combinatoria. El viento, las trompetas, los gritos inaudibles, los goles en contra y a favor, el accidente convertido en ley. Nadie entiende nada. Pero todos corren buscando algo. Si no esperan lo inesperado (decía Heráclito) jamás lo encontrarán. Sopla fuerte el viento en Johannesburgo. Es lo único real en el estadio y en el mundo.
L.
L.
Que relato tranquilo, Luis. Un momento de descanso en el agite mundialista.
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