La primera vez que besé a Lupe fue a los pies de Tláloc. Antes me contó algunas cosas. Me dijo que el dios de las aguas durmió durante siglos en el lecho de un río. Mientras hablaba la tomé de la cintura y caminamos por calles empedradas. Lupe reía y me empujaba con gracia. Quería que nos abrazáramos de vuelta junto al puente. Por momentos cantaba o bailaba como loca. Lo hacía como si fuera la mismísima Tlazoltéotl, diosa de la inmundicia y la fecundidad, de los humores terrestres y humanos, divinidad de los baños de vapor, del amor sombrío y la fatal confesión. La besé por última vez en un rincón poblado de sirenas con alas de cobre. Lupe se fue volando hasta el río de Tláloc, dios de la lluvia leve, efímera y sagrada.
L.
Lupe pasional, leve y efímera. Dueña del beso alado que sellará el encuentro antes de perderse en el río. Lupe sabia.
ResponderEliminarGraciela B
La lluvia leve,efimera y sagrada en Lupe.El dios del agua duerme,por eso es dios.Lupe sabia también que los siglos se fecundan en algún momento,dentro de ella.
ResponderEliminarMaria Rosa