Nada peor para un maestro que percibir el aburrimiento de sus alumnos. Creí sentir eso hoy (recién) mientras pasaba un documental maravilloso en el aula de una facultad. La película transcurre en la Antártida en medio de paisajes sobrecogedores. Cada tanto se oye la asombrada voz de biólogos, vulcanólogos, físicos, buzos, lingüistas, filósofos. Todos viven y trabajan en el culo del mundo apenas acompañados por focas, pingüinos, viento helado y animales unicelulares de formas rarísimas. Son gente caída del mapa. Solitarios sin remedio que viajaron lejos para estar cerca. Mientras el director del documental anuncia el fin del mundo y un iceberg gigante se desplaza peligrosamente hacia el norte, una joven moderna responde y envía mensajes por celular. Otra bosteza. Tres alumnos se van. Estuve a punto de cancelar todo. Cuatro se quedaron hasta el final. Uno hasta se mostró entusiasmado. Dijo que escribiría algo sobre lo que vio. A una alumna le brillaban los ojos. Al pensar en casi todos los demás mi primer impulso fue/es renunciar a seguir dictando clases de lo que sea y en donde sea. Listo. Se acabó. Pero algo me frena. Dos alumnos sintieron claramente el impacto de la película. Dos sobre diez. Para empezar no es poco, pensé.
L.
Es muchísimo Luis. Muchísimo. Dos son la humanidad. El resto aun no lo sabe. Gracias por ser como sos. Abrazo, egk
ResponderEliminarCreo que es buena tu decisión. Si hubieron dos alumnos dispuestos a escuchar, aunque duela, no importa que se vayan los demás. Porque si vos te fueras ni siquiera esos dos podrían haber sido tocados por vientos de cambio, de profundidad o pensamiento. No importa ser como una gota en el océano. De no intentarlo al océano le faltaría esa gota.
ResponderEliminarGraciela B
Nosotros vimos ese documental.
ResponderEliminarFue increíble, hubo reflexiones y nos impactó. Siempre vale la pena, siempre. No lo dudes.
es comprensible la frustacion. pero mejor tocar dos personas, que no tocar a nadie
ResponderEliminarO.
Hace años, creo que 11, yo recibía una clase de escritura de guiones en la universidad.
ResponderEliminarLa clase era los viernes de 6 de la tarde a 9 de la noche y el profesor nos ponía películas que muchas veces se pasabn de la hora de salida y, entre los comentarios y las preguntas, en ocasiones salíamos de universidad pasadas las 10. Debimos ser un grupo de alrededor de 20 estudiantes.
Muchas de mis compañeras llegaban a la clase pasadas las 7 y ya vestidas como para irse a la discotecta o a alguna fiesta. Otros simplemente se retiraban en cualquier momento.
Recuerdo una vez que cuando se terminó la película y se encendió la luz del aula estábamos tres alumnas y el profesor y yo dije "¿qué pasó?", extrañada porque se había ido casi todo el mundo y yo nunca me di cuenta por estar realmente concentrada viendo la película. Era de Woody Allen. Zelig, si no me equivoco. Y ahora se me vienen a la mente las quejas de mis amigas cuando veíamos El ciudadano Kane y simplemente se fueron porque tenían una fiesta más tarde. En la clase siempre quedábamos tres: Sabrina, Lucy y yo.
Sabrina ahora vive feliz en Portugal junto a su esposo. De Lucy no sé nada porque un día simplemente nos peleamos por muchas cosas. De mí, pues yo estoy aquí. El punto es que yo sé que a las tres, sin importar dónde estemos ahora o qué estemos haciendo, nos gustaba mucho esa clase, nos dio mucho en qué pensar, nos ayudó a ver las cosas de otra manera.
Si el profesor se hubiera hecho para atrás desde el principio yo me hubiera perdido de buenas películas que me ayudaron a descubrir otras cosas que luego se transformaron en otras y me trajeron hasta aquí. Sabrina quizás hubiera tenido menos elementos para incentivar esa curiosidad y ganas de hacer mil cosas que siempre le envidié. Y Lucy no hubiera encontrado en la producción audiovisual su camino. Y el profesor de esa materia no se hubiera dado cuenta que lo suyo no era la enseñanza y que si bien dejó cosas importantes en esas tres que nos quedábamos hasta el final, era mejor dedicar todo su tiempo y sus esfuerzos en hacer lo que realmente quería y le gustaba: hacer cine.
A él entonces le tomó 10 años hacer una película que finalmente se estrenará el próximo agosto y, aunque ahora tengo muy poco contacto con él, sé que de ese tiempo de dar clases, de esos alumnos que simplemente se largaban y de esas tres que simplemente se quedaban, él sacó mucho. Y tiene la certeza de que en la vida de Sabrina, Lucy y Alexandra, y en la de él mismo, cumplió. Y valió la pena.
Alexandra, desde Guayaquil, Ecuador.
A veces tengo la sensación esa con respecto a mis alumnos, digo ya está, dejo esto, para qué. Es más, estamos leyendo Pedro Páramo y hablando de México y Frida les pasé la película en la que Frida está interpretada por Salma Hayek. Cuando leemos en clase, o cuando yo comento cosas, o cuando vimos la película me pasó eso de ver el aburrimiento. Y es/fue terrible para mí. Pero la cosa decantó, y se me están acercando algunos a decirme que el libro les gusta mucho, o a elogiar la valentía y la alegría a pesar de todo de Frida y bueno, cambia la cuestión. No sé si lo leí en el blog o si lo hemos hablado, pero me estoy dando cuenta de que siempre la cuestión depende de la mirada que le demos. No la boludez del vaso medio lleno o medio vacío, sino (por lo menos en mi caso) asumir que somos/sentimos diferente y partir de eso vemos diferente.
ResponderEliminarA.