martes, 27 de abril de 2010

Contra la sabiduría


Suelo decir a mis alumnos que el problema que encuentro en ellos no es cabezas huecas sino cabezas demasiado llenas. Les digo que me daría por hecho si consigo vaciarlas un poco. La sabiduría excesiva y prejuiciosa es el gran obstáculo de la educación en todo tiempo y lugar. Todos saben todo. Lo más increíble es que eso ocurre fundamentalmente en los jóvenes sin experiencia. Pero también pasa con los adultos de mentalidad barrial y geriátrica. Nadie tiene una sola duda. Nadie se equivoca al juzgar un gobierno, la composición de un equipo de fútbol o el comportamiento disoluto de una vecina. Dominan los conceptos cerrados y las insufribles generalizaciones. Conozco poca gente capaz de admitir que no sabe algo. Lacan decía que la verdad late más en el error que en el acierto. Y que el acto fallido es el único discurso realizado. Si mirásemos el mundo con verdadera inocencia (como si fuera la primera vez), si aceptáramos que la cultura no pasa por la erudición o la biblioteca nacional, si por fin nos resignáramos a admitir que no entendemos absolutamente nada de la vida, quizás entonces, en esa neblinosa encrucijada, empezaríamos a vislumbrar alguna cosa. De repente aprendemos que debemos empezar por algún lado. Que cualquier camino (cualquier sentido) es mejor que ninguno. Y solamente ahí comienza a gestarse la única sabiduría posible.
L.

6 comentarios:

  1. Otra vez tiene razón, Maestro. ¡Que lo parió! ¡Cuanta sabiduría!

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  2. ¡¡Qué buen tema para discutir horas y horas!!
    En mi experiencia personal, L., trabajo con niños de entre 4 y 6 años y los envidio tanto... Se asombran de los insectos que ven en el patio, del cielo, de cosas que les contamos las "seños"... Miran todo como si fuese la primera vez, y de hecho... debe de serlo.
    Estaría bueno dejar de creer que nos la sabemos todas los "grandes" y reflexionemos acerca de todo lo que aprendimos (o succionamos cual esponjas) a lo largo de nuestras vidas para ver qué creemos correcto o incorrecto ahora. Y no sólo eso, sino ver qué seguimos sin entender y empezar a construir desde ahí...
    ¡Un beso!

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  3. Cuánta enseñanza enciclopedista al pedo que hemos recibido a lo largo de nuestras vidas...
    Temas intrascendentes que sólo nos hicieron perder el foco de lo verdaderamente importante.
    El saber es una utopía.
    Nunca se termina, nunca se alcanza. Sólo sirve para ir en su búsqueda, o como diría Galeano, para caminar. No para perseguirlo.
    Beso para todos.

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  4. A lo mejor la verdadera inocencia era la verdadera sabiduría, que sumergernos de lleno en una sociedad corrompida y negadora, nos adormeció lenta, pero constantemente.
    Creo que el ser humano sabe que no entiende absolutamente nada, no es posible dadas las condiciones en las que tenemos al planeta por no saber -una vez mas- convivir en el con otros. Por eso hay tantos crucifijos de oro -ORO- colgando de los cuellos de tantas personas que van a marchas en contra del casamiento entre homosexuales en EL NOMBRE DEL SEÑOR.

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  5. La dependencia constante de la imagen va borrando los caminos de la abstracción y las chances del asombro, motor imprescindible de la filosofía. Se escapa de la duda, como de la culpa y la locura. Sin embargo la ciencia, la responsabilidad y la creatividad respectivamente han surgido bebiendo de ellas.
    Tal vez se trate de atreverse a transitar los caminos ligeros de equipaje sin temor de internarse en el bosque.
    Graciela B

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  6. Soy de esos que se obsesionan por responder. Verdad o mentira, pero dar una explicación a todo. Me imagino que así hacen quienes se creen con la capacidad de intervenir en cualquier asunto. Y se cagan en los demás.

    Afortunadamente ya tengo conciencia del huracán "como le pasó a Juan". Y me pongó a pensar si es cierto lo que voy a responder, aunque permanezca en silencio y pase por imbecil.

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