El amor es la más cara de las religiones. Encontrarlo es difícil y sostenerlo más. Después siempre hay lío. Se mete la familia, se meten los amigos, se discute por una toalla mojada o porque la música está fuerte. Con el tiempo la magia decae y el rostro de Dios se desdibuja sobre todo a la hora de sacar la basura. A cierta altura el sexo no responde ni a las llamadas de urgencia. Los enamorados de ayer pasan a ser buenos amigos o sociedades anónimas que funcionan apenas como empresas de servicios. La inversión es alta y los réditos escasos. Pero hay algo en la escena que si sobrevive paga todo lo demás. Es una fe ciega (casi religiosa) que justifica el paso de los días, los domingos de angustia y hasta la discusión por quién lava los platos esta noche. No voy a decir acá de qué se trata porque van a pensar (como siempre) que soy un optimista enfermizo.
L.
La fe en la resurrección del amor es difícil de abandonar. Tal vez sea sólo el temor a estar solos, pero le ponemos un nombre más bonito.
ResponderEliminarTodo optimista enfermizo, esconde una profunda amargura.
Me encantó la imagen de las "sociedades anónimas que funcionan apenas como empresas de servicios". Es una maravillosa descripción de la realidad. El tema es que si te ponés a pensar en eso, no vale la pena volver a intentarlo porque siempre e invariablemente va a volver a pasar. Y entonces, ¿qué?.
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