Un clásico poema del brasileño Manuel Bandeira habla de un cactus iracundo que (al caer sobre el asfalto) paraliza toda una ciudad. Recordé ese texto al enterarme que una nube de ceniza -la de un ignoto volcán islandés- logró sin esfuerzo la suspensión de15 mil vuelos en 23 países europeos. La nubecita ya produjo millones de dólares en pérdidas económicas, cientos de miles de pasajeros sin saber adónde ir, un clima de caos que también ha traído consecuencias al resto del mundo. Desde el Polo Sur avanza hacia el norte un iceberg gigantesco. Nadie saber qué efectos tendrá para la gente y los países. El calentamiento global no era un cuento de ecologistas afiebrados. La actividad tectónica y volcánica sigue siendo determinante. Atención amigos de celulares y laptos, fervorosos de los automóviles y sus escapes nefastos, amantes del supuesto progreso humano y las máquinas de cualquier tipo. La naturaleza fue muy paciente hasta hoy con sus enemigos, o sea, todos nosotros. Pero (por lo visto) ha comenzado a vengarse. La erupción del volcán Eyjafjalla -aún siendo un hecho en apariencia no relacionado con la acción humana- revela hasta qué punto hombres y mujeres seguimos siendo frágiles ante las fuerzas naturales.
L.
Antes de todo esto, volcanes, calentamiento global, terremotos. Mucho antes, aquí sopló el viento. Maldito viento Maestro.
ResponderEliminarMás que una venganza, me parece que lo que está sucediendo es que se está poniendo en evidencia la debilidad del hombre frente a las fuerzas de la naturaleza. El ser humano tiende a mostrarse fuerte ante los débiles, es soberbio cuando el que está al frente carece de modos de defensa. Sin embargo, la naturaleza es todo un sistema que si se ve alterado en un punto reacciona en otro.
ResponderEliminarSaludos,
Gustavo Lobiggno