El amor es la más barata de las religiones. Dos velas y un Chandon (o cualquier cosa con burbujas) son suficientes para montar el altar soñado. Ni siquiera hace falta pensar en algo especial para decir. Las empresas de celulares facilitan fórmulas perfectas como tkm y otros poemas de similar intensidad. El msn añade por si acaso corazones que laten, besos calentitos, abrazos y demás símbolos propios de la liturgia. Lo demás resulta igualmente accesible. ¿Cuánto puede costar un turno de dos horas en un hotel? Pero ni siquiera eso es necesario. La cara de Dios se muestra fácilmente a un costo extraordinariamente bajo. Casamiento, viajes, hijos, infidelidades, muerte accidental. Cualquier ceremonia está al alcance de todos los bolsillos. Hay en el amor (sin embargo) algo que conspira contra la fe y que a la larga resulta muy oneroso. Se trata de un componente tan pero tan caro que por momentos lleva a poner en duda los fundamentos mismos de la religión. Pero no voy a decir acá de qué se trata. Pensarán (como siempre) que soy un amargado.
L.
L.
El precio que hay que pagar por el amor es el desamor.
ResponderEliminarNunca lo he pensado, Luis. Me alegras cada noche que me paso silenciosamente (hasta hoy) por este sitio.
ResponderEliminarGracias a ambos, son lluvia encantadora.
Diana.
Ya no entiendo nada. ¿A qué tengo que prestarle atención? No me digan que al corazón, porque eso es poesía berreta (calentura disfrazada)
ResponderEliminarMi mamá decía a sus treinta que si uno está enamorado, vuelve a elegir a su pareja todos los días. Que el amor no permite una infidelidad, que si alguno falla, la confianza rota es fatal. A sus cuarenta decía que no hay que contar un desliz, que lo confesado es simple transferencia de culpa y angustia. A los cincuenta dice que todo se acaba, que lo importante es elegir un compañero que haga nacer lo mejor de nosotros mismos y con el que disfrutemos de una buena charla.
Mi mamá nunca se equivoca (aunque mi terapeuta dice que sí) Así que estoy desorientada.
No sé si el amor dejo de ser amor, ahora que puedo sentir a/por otro. Tal vez el alto precio al enamorarse, es enamorarse del amor. Hoy, enamorada, deseo a todos los hombres, sí con mi mirada enamorada elevo al hombre que me acompaña, la sospecha de que podría hacer lo mismo con todos, me inquieta.
Supongo que debo aceptar mi finitud y volver a elegirlo. En él puedo encontrar a todos los hombres... o al menos eso deseo.