viernes, 23 de abril de 2010

La muerte de una pava


Le dejé en el fuego varias horas y estalló. Empezó a perder agua por todos lados. Murió. Era una pava llena de recuerdos. No lo pudo soportar y a su manera dijo basta. Esa pava estuvo en la playa de mi infancia. Me acompañó por caminos borrados por la lluvia. Vio demasiado y eso le hizo mal. No tenía opción. Debía terminar como terminó. Donde hubo fuego ni cenizas quedan.
L.

3 comentarios:

  1. Se le pone agua a la pava, Maestro. Estalló por que estaba sola, fane, descangallada. Y si además de todo eso usted no le pone agua, la pobre no puede hacer maravillas.

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  2. ¿Qué habrá distraído tu atención durante horas para no registrar a la pobre pava?
    ¿Qué juego maravilloso, qué texto magistral, qué novela?
    Recuerdos de algún día inolvidable, quizás.
    O una película, ¿Amarcord?
    Pobre pava... que descanse en paz. Se lo merece.

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  3. Nada de lectura, Claudia. El Maestro ya está armando el equipo para el mundial. Eso lleva mucho tiempo

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