La poesía bien entendida es la forma más alta e intuitiva de conocimiento del mundo. Pero la mala poesía que suele infectar los cafés literarios de Buenos Aires (y aún las librerías del ramo) resulta vomitiva y (peor aún) lo más aburrido que se haya inventado. Quienes la cultivan se creen refinados y sensibles cuando todo lo que quieren de verdad es levantarse a la chica del fondo que lee o exhibe un libro grandote de Alejandra Pizarnik. O emborracharse para después llevar a esa chica a la cama y hablar, entre polvo y polvo, sobre las aventuras perdidas o el árbol de Diana. Los malos poetas son tan profundos que apestan. Rechazan eso que el lirismo acaramelado y bobo considera feo, escriben rostro y no cara porque suena más fino, jamás eyaculan palabras al oído como lo hacía Girondo, prefieren siempre nalgas de greda a la inadmisible palabra culo y, si se trata de elegir, se inclinarán por estrellas mutiladas en vez de pezones fosforescentes, imagen de mal gusto y decididamente antiestética. Los malos poetas son sensibles y eruditos. Pero no se atreven a vivir la poesía, como pedía Andre Breton. Quieren dejar un mensaje altruista y elevado. Ignoran que el poema no debe significar sino ser. Y que ningún prejuicio resulta más dañino para la vida y la literatura que el prejuicio de lo sublime.
L.
L.
Maestro, una a favor y otra en contra. ¿Se contagió de Cobos?
ResponderEliminar¡Yo la odio!
ResponderEliminarPalabras sueltas que ya ni ritmo ni sinestesia tienen. El género de géneros es la novela, tan compacta ella, tan seria, tan diciente... la poesía es para los que no saben conjeturar dos frases y les toca mesclar las peras con los olmos. ¡Malos poetas todos! Empezando por ése tal Girondo.
Lo más difícil de ése genero muerto no es entenderlo, sino quererlo.
No buscamos verdad. Sólo queremos un modo de percibir las cosas, sincero. Sin arabescos banales que le agregan la plusvalía high-class de putísima mierda.
ResponderEliminarD.(n)