sábado, 10 de abril de 2010

La obsesión


En la vida hay que obsesionarse. No enloquecer. Obsesionarse. Un solo olvido (un acto egoísta por mínimo que sea) desencadena una larga serie de mezquindades y mentiras. Planificar, organizar, observar, producir sin descanso. No enloquecer. Estar atentos. No ignorar. No callar cuando hay que hablar. Responder los mensajes. Arrojar cien o mil botellas al mar. Acudir al llamado. En la vida, en el trabajo, en el amor. Obsesionarse. Ni un hilo sin atar. Armar la divina red. No hay tiempo que perder. Anotar todo en la pared como el protagonista de Memento. O en los brazos. No digo descontrol ni enloquecer. Morir es fácil. Hacer vida es mucho más difícil. No caer. No desanimarse. No entregarse. Y obsesionarse hasta el fin.
L.

3 comentarios:

  1. Apasionarse. La obsesión es otra cosa.

    J.

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  2. Prefiero el anacronismo de la pasión,ser asocial.

    MR G

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  3. Qué buena la foto que ilustra este post!!
    Si, creo en la obsesión siempre y cuando no sea enferma.¿Hay obsesiones sanas? La que hace que uno vaya detrás de algo, sea lo que fuere, sin que se transforme en dolor, en sufrimiento.
    Beso Luis,

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