Nuestras casas y nuestras cabezas están llenas de porquerías. ¿Y si empezamos a vaciar todo? Muebles, fotos con marquitos, estanterías sobrecargadas con adornos, sillas, mesas, cajas, roperos, baúles, mesitas de luz. ¿Se puede caminar libremente en esa selva inútil? ¿Cómo vivir rodeados de féretros? ¡Así no se puede ni bailar! Un día Kafka fue a una mueblería de Praga con Felice Bauer. Se había comprometido a casarse con ella y después renunció. Alfombras, placares, sillones, palmeras de plástico... Y pensar que a eso los burgueses le llaman lujo. Su atención se concentró en un aparador que (dijo) me oprimió el pecho. Pienso como él. Vivimos amueblados por dentro y por fuera de nosotros. Saturados de objetos pesados e inútiles. Llegó la hora de desamueblar la vida. Un colchón, una heladera, una biblioteca con 20 libros básicos, un baño y un amor alcanzan y sobran para ser felices.
L.
Coincido con lo expresado en este post. Los muebles son como féretros a los que se van atando poco a poco las personas. Confieso, sin embargo, que me siento vinculada a pequeñas cosas: una hoja que me recuerda a alguien, un lápiz, recortes de fotografías y una servilleta de un bar. Son una carga -a veces- y una compañía también.
ResponderEliminarSaludos,
Margarita Bonatti
Muy bien Maestro. Lo primero que hay que tirar es el televisor.
ResponderEliminarLo que nunca jamás hay que tirar es la máquina de sacar fotos de Andrea.
ResponderEliminarOtra cosa que podemos tirar es el diccionario, el abecedario. Quedarnos con pocas letras y palabras. Estoy escribiendo y me tocó el siguiente nombre y apellido:Zbigntew Brzenzinski ¿Y? ¿Por qué no le pusieron Pepe, o Tito?
ResponderEliminarY no creo que por tirar las porquerías y los trastos inútiles la verdadera selva se despeje para ser bailada.Es como creer que por llevar una cartera chica,caminar por la calle es más liviano.
ResponderEliminarMR G
Interesante! Saludos
ResponderEliminar