domingo, 4 de abril de 2010

Fin de la experiencia


A la mayoría de la gente le gusta ver deporte pero no practicarlo. Hay millones de espectadores y apenas unos cuantos jugadores. El mundo está lleno de admiradores y pocos protagonistas. Para comprobarlo es suficiente considerar los grupos de seguidores de cualquier cosa armados en facebook. Lo mismo sucede entre los eruditos. En los perfiles se eligen nombres de escritores, películas, canciones, programas de televisión. Ya nadie experimenta con nada. Los estudiantes de Letras saben mucho de crítica y movimientos literarios pero puestos a escribir no saben ni cómo empezar. A la mayoría le gusta leer diarios para enterarse qué hacen y deshacen los demás. Algunas vecinas del cuarto resuelven su angustia mirando cómo cogen los vecinos del tercero. Hay inflación de espías. ¿Pero cuántos entre ellos hacen algo personal? Es divertido ver películas, recitales y obras de teatro. Uno se vuelve más culto y de paso comparte con otros el orgasmo cultural. Leer es tan cómodo como viajar o visitar museos. La gente más pasiva adora las películas de acción. Las parejas más aburridas se entretienen con videos porno. Me pregunto cómo será vivir nada más que por vivir. O transitar las horas sin esperar que lo de afuera llene la nada interior. Quizás algún día desaparezca el gran campeón para dar lugar al hombre en estado deportivo. Mientras no llegue la hora de la verdad habrá gente dispuesta a evitar el suicidio colectivo. En pocas horas se inicia en Buenos Aires el festival de cine independiente. Luego viene la feria del libro y las vanidades. Y en apenas 67 días empieza el mundial de fútbol. Sólo se trata de saber qué haremos después.
L.

4 comentarios:

  1. Debe ser por ese motivo que hay tanta gente con sobrepeso. Nadie se mueve. Todos miran a los demás. Y la felicidad de no hacer nada... engorda.
    Melany

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  2. Claro, no comprometerse es cómodo. Ver la tragedia desde el banquillo da la ilusión de realidad que necesitan los pobres de espíritu. Cualquier persona que en algún momento de su vida se haya dedicado a reflexionar sobre un asunto habrá llegado inevitablemente a la conclusión de que son los actos los que cuentan y no las palabras.

    Juliana Duarte

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  3. Las palabras son acto. No existe una acción con sentido que no las contenga. Dejemos de inventar antagonismos, sin las palabras no existimos ni yo, ni vos Juliana, ni el blog. Si suprimimos la palabra sólo nos queda hecharnos al sol. Esto es la felicidad para algunos, sobretodo para los gatos.

    Amemos las palabras y seamos fieles a nuestro discurso (pensamiento) Luz, cámara y palabra.

    J.

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  4. Las palabras no son acto. Son palabras. El discurso encubre, no aclara. Ojalá fuera posible ser como los gatos.
    Ahora, si de tautologías se trata, me inclino por esta: que el pensamiento sea la acción.

    Juliana Duarte

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