sábado, 10 de abril de 2010

Las mujeres y el deseo


Si todo sale bien a fines de 2011 saldrá a la venta una especie de viagra para mujeres que aún no tiene nombre oficial. Por ahora se la conoce como flibanserina o, también, píldora de la excitación. El objetivo sería solucionar la inapetencia de las chicas en la cama. La gran esperanza rosa (o el nuevo negocio farmacéutico) propone un tema interesante. Porque si bien las damas no requieren erección necesitan al menos tener ganas. Sin ganas el orgasmo se vuelve complicado. ¿Puede generarse el deseo artificialmente? Los publicitarios trabajan en eso. El consumismo enfermizo de cualquier cosa es un eco exitoso del admirable esfuerzo. Más que deseo se trataría en rigor de un goce patológico también conocido como satisfacción inmediata. El deseo es otra cosa para cuyo despliegue no hay píldora que valga. El viagra levanta las banderas pero ellas no aseguran por sí mismas lo principal. La felicidad consiste más en buscarla que en alcanzarla. El amor es el único afrodisíaco imbatible.
L.

3 comentarios:

  1. El deseo o, mejor, las ganas pueden despertarse artificialmente. Puede pasar que una mujer quiera pero no pueda. Como creo que sucede con los hombres. En ese sentido, la "pastillita" sería una solución.
    El hecho de asociar sexo con placer inmediato es asunto de cada quien. Yo, al menos, siempre lo vincularé al amor, el deseo y la ternura que siento por mi pareja.

    Doris González

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  2. No creo que el amor sea necesario para gozar del sexo. Pero tampoco apuesto a las píldoras "de la excitación".
    Mika

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  3. Estas píldoras no actuan para aquellos que enamorados se envuelven en el arte del amor.

    Aquellas dos personas que sienten lo mismo no tienen por que preocuparse. Si las ganas no le son devotas, con paciencia tienen que obrar para llevar adelante su amor.

    Los ánimos de ser "una fiera en la cama" son los verdaderos provocadores de estos desarrollos. Lo peor de todo, cotidianamente TODOS aportamos para que esta sensación sea todavía más fuerte en esta sociedad envenenada.

    El deseo de ser una máquina sexual es algo muy actual y que alimentamos todos con tal desparpajo que ya no nos damos cuenta ni de lo que decimos o provocamos.

    Quién sostenga que no se machacó por su poco duradero acto sexual, la cantidad de orgasmos que tiene, su desempeño en el acto sexual, su cuerpo o hasta la forma o medida de su miembro viril es un hipócrita.

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