Aquí se la tradujo como Una relación particular. Pero el nombre original de este imprescindible filme del francés Fréderic Fonteyne es Una relación pornográfica. La película -austera y contundente- se limita a relatar el encuentro de una pareja obsesionada en realizar todos los jueves, en el cuarto de un hotel, una fantasía erótica jamás revelada. Sólo con el tiempo los protagonistas descubrirán que el sexo es alma y que el alma, precisamente, tiende sus trampas. Lo mismo ocurre en otros dos filmes precursores del mencionado. Uno es Último tango en París (de Bertolucci) y el otro es El imperio de los sentidos, la durísima fábula del japonés Nagisa Oshima. En todos sobrevuela la desoladora idea de que el sexo llevado a sus últimas consecuencias acaba destruyendo a los amantes o, al menos, al vínculo amoroso (o como se llame) que deseaban establecer. Por algo se dice que los adictos al sexo son enfermos. Quizás lo sean. Quizás no. El sexo puro es una ilusión. Ninguna relación es pornográfica.
L.
no creo que el sexo sea una adicción. es una señal de vida...creo yo.
ResponderEliminarTuqui
El sexo, como sexo, no sé si enfermo pero vacío si no es encuentro.
ResponderEliminarMe quedó zumbando el ¿no escribís? si, hace mucho que no. Pero aca estoy, invitándote a la reapertura del Diario de Hormiga:
http://www.eldiariodehormiga.blogspot.com/
(Fan Club Presente!)
Con el "sexo ya" que se vive hoy, se pierde justamente el llegar al momento del sexo: eso es maravilloso. La adrenalina previa, los encuentros, los contactos, la seducción... todo ese ritual de preparación, que lo hacen más deseable. Y hace conocer más al otro, saber sus gustos y poder complacer y ser complacido. Ese es el tema para que dure y sea placentero. Se destruye cuando no hay interés en que el otro reciba y pueda dar desde el conocimiento.
ResponderEliminar