viernes, 23 de abril de 2010

Juegos a la hora de la siesta


Verónica (empleada del Laverap de mi cuadra) y Laura (a cargo de una modesta librería en Boedo) me contaron, cada una por su lado, que enfrentan un grave dilema. Vero es separada, tiene un hijo de seis años y ahora está en pareja con un repositor del Coto. Laura es joven, delgada, está sola y quiere dejar de estarlo. Ya se hizo un piercing en el ombligo y varios tatuajes en zonas específicas. Un proveedor acaba de proponerle a Verónica que vaya con él a un hotel. Fue aún más claro. Vamos a dormir una siesta, precisó. Casi las mismas palabras le dijo a Laura el empleado de un taller mecánico situado a metros de la librería. Los hombres quieren dormir siesta acompañados. Ambos son casados y desean retomar la vieja costumbre del descanso vespertino. Verónica y Laura no saben qué hacer. La chica de la librería se queja de que todo lo que quiere el mecánico es su lindo cuerpito (son las palabras que usó). Verónica sospecha lo mismo pero está tentada porque el siestero le gusta. Mi consejo fue absolutamente inmoral. Les dije que accedan, que el sexo entre la gente siempre se mezcla con otras cosas, que no veo nada censurable en los juegos a la hora de la siesta. O sí. Pero eso a quién le importa. Cuando una mujer toma una decisión (de avance o retroceso) no hay nada ni nadie que la detenga. Esto último lo sé por experiencia. Y (ahora que lo pienso) hubiera preferido no saberlo.
L.

7 comentarios:

  1. El tema es tener claro a qué vas y después no disfrazarlo de otra cosa.
    Vas a eso. Si te la bancás, adelante.
    Pero las mujeres después vemos romanticismo donde no hay, vestidos blancos y torta con cintitas.
    No, chicas, van a eso. Sáquense la careta y mírense así en el espejo.
    Y si se ven bien, listo.
    Al pan, pan.

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  2. Maestro, no se meta en cuestiones de parejas. Usted anda bien enseñando a escribir

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  3. Quisiera que en mi país se tomara la siesta. Esas propuestas y respuestas absolutamente inmorales me apetecen más que cualquier otro alimento a esas horas.

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  4. En cuestiones estratégicas de siesta y de otredades me parece que es inapropiada la opinión de los excluídos de ese sistema.

    MR G

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  5. ¿Qué sistema? ¿qué excluidos?

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  6. De la sexualidad, nadie escapa. Ni los excluidos.

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  7. Era una ironía lo del sistema y de los excluidos.De ella tampoco escapamos.

    MR G

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